La Jagua, un colorido y bello poblado huilense

Iglesia de la Inmaculada Concepción - Foto Jucarob
Al entrar por primera vez a La Jagua, el encanto de sus calles coloniales y sus coloridas fachadas sorprende pues parece un viaje al pasado que remonta a 1540 donde nació como centro doctrinero. Y al llegar a su plaza principal otra sorpresa nos inunda la mirada con su bello y bien conservado Templo de estilo republicano que desde su fundación tuvo por patrona a Nuestra Señora bajo la advocación de la Inmaculada Concepción. 

Este templo está edificado con muros de ladrillo cocido unido con argamasa y cubierta en teja de barro. Es notoria la evidencia de la ampliación en altura que debió experimentar el templo, la cual fue realizada con materiales y acabados similares al primero; esto es ladrillo a la vista. El acabado de piso que seguramente fueron de ladrillo fueron sustituidos por baldosín de cemento. Debe resaltarse que la torre y la fachada principal se erigieron a mediados del siglo XX.

Interior de la iglesia de la Inmaculada Concepción - Foto Jucarob
El templo aunque su interior es sencillo, ofrece una gran riqueza formal en su fachada, riqueza que muy seguramente obedece a la intervención del arquitecto Guillermo Barney, diseñador de las iglesias de Garzón y Agrado. Este templo, cuya construcción también fue promovida por Monseñor Esteban Rojas refleja la búsqueda de nuevos recursos formales para la arquitectura religiosa del departamento del Huila erigida a finales del siglo XIX y principios del XX. Ya a mediados del siglo el maestro José del Carmen Rincón levantó una torre muy elegante y se cambió el frontis antiguo del edificio. En esta magnífica torre se colocó un reloj moderno, obra de José María Bustamante.

Placa conmemorativa de la casa del sabio Caldas
La Jagua es una comunidad donde residen pequeños agricultores (arroz, sorgo y maíz) y ganaderos que laboran en las vegas y llanos conformados por los valles de los ríos Magdalena y Suaza y conserva gracias a su relativo aislamiento en muy buenas condiciones las características propias de la arquitectura tradicional huilense colonial. Este hecho unido a la calma característica del poblado la ha convertido en un atractivo destino para fijar su residencia profesionales y artistas procedentes de muchas regiones del Huila y Colombia.

Ventana en madera - Foto Jucarob
Fue, en criterio de los historiadores, la primera sede de Garzón y se disputa hoy con Popayán la cuna del sabio Francisco José de Caldas, donde aún se conserva la casa que, según la tradición, nació y vivió una parte de su vida este eminente colombiano. En sus calles el tiempo parece haberse detenido y transitar por allí es como retroceder en el tiempo. Es una población solitaria, parece imposible que al borde de la carretera central se encuentre un pueblo anclado en el pasado.

Las artesanas de La Jagua han heredado, generación tras generación, la habilidad para hacer milagros estéticos con una fibra tan plebeya como la cabuya. Producen verdaderas bellezas de trama y colorido. También es famosa la artesanía de amero o de mazorca, o de finos pesebres y muñecos elaborados con la envoltura de la tusa de maíz. (https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-31912)

Acuarela de la Iglesia de la Inmaculada Concepción - Jucarob
En la Jagua, se dice, abundan las brujas. Tanto así que se ha vuelto famoso por las supuestas apariciones de estos seres extraños, que nunca apagan el tabaco, ríen a carcajadas y siempre usan el color negro para confundirse con la noche. Esto hace que la Jagua sea un pueblo visitado por el misterio desarrollado en torno a estos mitos y leyendas de la región, a su vez se celebra una fiesta en donde se celebran diversas actividades: cuentos, teatro, bandas musicales, danzas, muestra gastronómica, fiesta de disfraces y feria artesanal, llamada Festival de las brujas, que se celebra desde el 31  de octubre hasta los primeros días de noviembre.

La Jagua tiene una gran variedad de colores, ángulos, texturas, aromas y arquitectura por admirar y descubrir. Un poblado escondido y poco conocido de Colombia con una historia y una riqueza cultural y natural que lo debería elevar a la categoría de municipio. Un pueblo donde la magia no la encontraremos en los mitos de brujas sino en todo lo que nuestra imaginación y nuestra capacidad de admiración nos revelen cuando recorramos sus encantadoras y tranquilas calles.

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